Don Quixote

ancha carabela encendida bajo la noche con palio,
en esa ciudad convertida en un blasón legendario.
Cabalga rocín de plata, sin descanso a la ciudad
la vida que nace nueva, la vida en la Hispanidad

Quizá una de las pocas cosas por las que merece la pena dar la vida, después de por Dios, sea por la Hispanidad. Es la vocación de que España es más que península y archipiélagos. Y mucho más que territorio, geografía y soberanía. Es la patria que empieza en la Yerma de Lorca y termina en la Isla de Guam. Una vasta cultura de las que dejan surcos en el cielo que ensancha Castilla y encierra los océanos. Una familia entera que auna razas y paisajes bajo un sólo Señor.

La foto con la que titulo es uno de esos tremendos ramalazos de hispanía que nos concede la vida . Durante más de cien años y tres generaciones, una edición del Quijote para niños en lengua alemana ha esperado en los anaqueles de mi familia política. A que mi suegra sacara los últimos libros fuera de catalogo -y de interés- para darles la última oportunidad de seguir viviendo. Ahí cayó en mis manos la traducción libre de Victor Wurm, ilustrada y con una deliciosa letra gótica quebrada. La misma que los nazis sacaron de circulación por sus orígenes hebreos.

Tiembla el alma al ver a nuestro triste caballero narrando virtudes intemporales y universales a niños alemanes de 1900. Y como la transmisión llega a mis hijas hoy por los lances del destino. Hispanidad que llena el mundo con una raza prodigiosa. Llena de arte, de andanzas y emociones. Las mismas que no pueden ni siquiera soñar los que se dedican a derribar estatuas huecas, como bárbaros de una causa sin futuro. La necedad de los que mira el dedo sin saber que existe la luna. Los que hablan de Fray Junípero Serra o del Almirante Colón sin lavarse la boca. Sin entender siquiera que los hombres fueran capaces de tamaña genialidad. Todo en supuesta reacción a un racismo que los españoles denunciaron como anticristiano desde la Reina Isabel hasta el último fraile. Hace siglos.

Por eso la fortaleza se demuestra en la debilidad. Y por eso la fuerza cósmica de la Hispanidad vive entre las lejas polvorientas de una librería de viejo. A la espera del paladín que la abrace, la lea y la ame. Y tendrá vida, y será abundante. A pesar de los bárbaros que ladrarán y pasarán.