Ortega Lara. El hierro del inocente

No conozco a José Antonio Ortega Lara. Tampoco me hace falta. También sabemos de la vida de otros hombres extraordinarios por los libros, por sus coetáneos o por internet.

Pero sí soy nacido en Murcia. Y siendo murciano de cuna, me rasga las entrañas escuchar a otros murcianos eructar que Ortega Lara vuelva al zulo donde unos terroristas salvajes le dieron vida de perro durante 532 días.

Hombres como Ortega Lara son los responsables de que España haya sido lo que ha sido en la historia universal. Católico, amante de la familia, la tradición y la vocación histórica de España. Funcionario de prisiones. Un hombre normal. Un hombre bueno.

Por eso se hizo carne para alimentar a las alimañas. Por su mansedumbre. Por su autenticidad. Y por eso aguantó el ser enterrado vivo. Porque su vida estaba preñada de ideales recios. Preñada de Dios.

No he votado nunca a VOX. El programa electoral, las prioridades, el estilo puede ser en algo o en todo censurable. Pero su tuviera que elegir formar un equipo, el primero sería Ortega Lara. Con muchos como él, España y Europa serían un lugar mejor. Para todos. Incluso para aquellos que le desean el martirio.

Ortega Lara se les hace insoportable a los que niegan la trascendencia de la vida y la defensa de la España tradicional.  Ya sea por odio, por ignorancia, o por las dos cosas. Las ideas se pueden negar, pero las personas, no. Porque Ortega Lara no sólo no dobló la rodilla ante el hierro de los terroristas sino que será hasta que se muera la personificación del inocente. Inocente, que no quiso ser héroe pero que abrazó en su cautiverio cruel las virtudes heroicas del pueblo español.

Igual que hizo con sus carceleros, igual que hace ahora contra estos analfabetos, sólo pide fe y serenidad ante la agresión. Orgullo de España. Asombro del mundo.